Ciencia y Tecnología en Colombia, ¿Habrá una Nueva Oportunidad?
Por: Andrés Moreno
Miembro del semillero CTS
El 2016 tiene un
panorama no muy alentador para la ciencia y la comunidad científica en el país,
el plan nacional de desarrollo PND, aprobado en el 2015 y el Presupuesto
General de la Nación aprobado para 2016, no muestran un mayor aumento en
inversión para ciencia y tecnología a corto y mediano plazo, se continua
manteniendo el porcentaje aproximado del 0,2% del PIB, igual es la situación en
materia presupuestal en relación a la educación superior, lo que implica para
Colciencias y las universidades públicas, donde se promueve y realiza en su
mayoría la investigación científica del país, un panorama desalentador, seguir
funcionando con los escasos recursos y subsistiendo a costa de perder autonomía
frente a proyectos del mercado transnacional y las intenciones y objetivos de
los que aparecen como donantes y salvadores. Pero esta situación no es nueva, desde
la llamada “Misión de Sabios” que reunió en 1994 las personalidades académicas
más importantes del país, se exigía mayor presupuesto para la innovación y la
investigación científica, así como para educación en todos los niveles; las
conclusiones de esta misión que llamaron “Colombia: Al Filo de la Oportunidad”,
puesto que, para estos académicos el país se encontraba en un momento crucial,
a nivel mundial se redefinía después de la culminación del periodo de guerra
fría, que países podrían llegar a alcanzar un mayor nivel de desarrollo e
industrialización, además el país venia teniendo un progresivo crecimiento de
su economía, pero esto no se contrastaba con la situación de desigualdad,
pobreza y demás problemáticas sociales , y una precaria situación en todos los
niveles de educación e impulso y desarrollo de ciencia y tecnología que permitiera
potenciar la capacidad productiva e industrial del país. Planteaban que a
mediano y largo plazo el país debería “desarrollarse”, alcanzar un grado de
industrialización y crecimiento de su economía, además planteaban que este
crecimiento debería hacerse a la par con la democratización de la sociedad
colombiana, un crecimiento que generara mayor inversión y justica social, que
permitiera cerrar en gran medida las brechas de desigualdad. Para esto el
documento contenía propuestas y recomendaciones hacia el gobierno entrante y
los futuros gobiernos del país en materia de educación, ciencia y tecnología y
su relación con el sector productivo, entre estas se planteaba que a diez años,
para 2004 la inversión en ciencia y tecnología debería pasar a ser del 2% del
PIB, en el mismo sentido un aumento progreso del presupuesto para educación,
estas entre otras recomendaciones en materia de políticas públicas, campañas
impulsadas desde el gobierno que permitieran una apropiación social de la
ciencia y la tecnología y un interés en las mismas, la relación con el sector
productivo y el impulso a la industria nacional entre otras recomendaciones,
constituía para estos “sabios” el camino que debía seguir el país.
Pero en los años consecutivos el país careció de una clase
dirigente que tuviera conciencia de la importancia que tienen ciencia,
tecnología y educación en el desarrollo, progreso y democratización del país,
la inversión en ciencia y educación es una de las más bajas de américa latina,
los mismos “sabios” vieron en los planeamientos de apertura económica del
entonces entrado presidente Cesar Gaviria la posibilidad de “desarrollo” del
país, pero al día de hoy, donde este modelo neo-liberal se ha profundizado, es
clara su equivocación al respecto. El país no ha logrado un mayor nivel de
industrialización ni capacidad productiva propia, la actividad que sustenta la
economía colombiana es la extracción de recursos y materias primas para su
exportación, y en la mayoría de casos están a cargo empresas transnacionales
quedando para el país únicamente el cobro de impuestos a estas. La industria
nacional no se ha potenciado e incluso la apertura económica ha generado una
desindustrialización progresiva, las importaciones de alimentos y productos
básicos son cada vez mayores. El escaso sector productivo nacional y las
instituciones de educación superior, científicas y tecnológicas no han logrado
articularse ni generar una mutua cooperación entre sí. La última esperanza de
científicos a nivel nacional fueron las regalías, de las cuales un gran
porcentaje iría a proyectos de ciencia y tecnología, pero estos recursos
resultaron ser difusos y pocos han podido ser aprovechados para proyectos por parte
de instituciones e investigadores, esto porque, por un lado son recursos que
dependen de la inestable situación en extracción
de materias primas y sus precios internacionales, no son recursos estables en
el tiempo, pero además los encargados de administrar los recursos y adjudicar
los proyectos son las gobernaciones regionales, cayendo estos recursos en
intereses políticos, económicos y en el ya conocido problema de malversación,
despilfarro y corrupción.
En una entrevista hecha en 2014 al científico e investigador
Manuel Elkin Patarrollo, quien integro la misión de sabios, este afirmo sin
ninguna prevención que la misión hecha 20 años atrás había sido un fracaso, “uno no puede celebrar lo que no es un éxito…
Mientras deberíamos tener 25 mil doctores como proyectó la misión, vamos en
3900…”. Si seguimos analizando las propuestas hechas en la misión de
sabios, a 22 años de haberse realizado esta, no se ha cumplido ninguna
propuesta, ni a medias, falta de voluntad de la clase dirigente e intereses geopolíticos
y económicos a nivel internacional que les interesa tener a Colombia como un
país de extracción de materias primas, subdesarrollado.
Ante este panorama, ¿habrá salida?, ¿tendrán la ciencia, la
tecnología y la educación una nueva oportunidad?, no son preguntas fáciles de
responder, pero al analizar el momento político actual, parece haber una
pequeña oportunidad, a pesar de que continua la profundización de políticas en
contravía del progreso del país, este atraviesa por una coyuntura política especial
que podría dar cierta luz, los diálogos de paz entre los grupos insurgentes y
el gobierno, pero ¿en qué sentido estos diálogos pueden dar una oportunidad a
la ciencia, la tecnología y la educación?; Aunque en las conversaciones que
adelanta el gobierno con las FARC-EP y el ELN en ninguna de las agendas se
encuentre un punto que trate los temas de educación y ciencia, y el gobierno ha
hecho énfasis en que el modelo económico no está en discusión, si se reconoce que
una discusión sobre cómo superar un conflicto armado que se ha extendido por
más de 50 años, y que tiene sus causas y orígenes en la desigualdad, abandono y
debilidad estatal en muchas zonas del país, falta de garantías a derechos
fundamentales y libertades democráticas, etc. puede poner al país a discutir
acerca del futuro a construir entre todos, lograr un proceso de reconciliación
y superar estas causas, pueden llevar a que la comunidad científica tome
conciencia del papel que juega en este sentido y retome las banderas que la
Misión de Sabios enarbolo por un mejor futuro. Una propuesta que aunque
desmeritada puesto que ha sido hecha por los grupos insurgentes es la
realización de una asamblea nacional constituyente, un proceso que pueda poner
al país en función de la construcción de un nuevo pacto político nacional, si
la comunidad científica lograra participar activamente y con gran fuerza en un
proceso como este, y aunque no se realizara dada la negativa del gobierno a que
ese sea el medio de refrendación de los diálogos, que la comunidad científica y
académica impulse un cambio en torno a las políticas en materia de ciencia,
tecnología y educación, requiere de toda la fuerza, movilización y
organización, quizás lo más difícil ante una comunidad científica despolitizada
y con poca capacidad de articulación, cooperación y organización.
No se puede terminar sino llamando a estudiantes docentes e
investigadores, a tomar conciencia del papel fundamental que juegan, a no ser
ajenos a la sociedad en la que viven, a construir un mejor mañana para este
país, a no olvidar uno de los propósitos más importantes de la ciencia,
contribuir con el mayor grado de felicidad y bienestar posible para la
humanidad.